dilluns, 15 de gener del 2018

REVISTA MENSUAL SKORPIO Nº 42 LA 1ª INDEPENDENT DEL MARESME GUARDONADA EN POESIA GENER 2018 PÀG. 7 " CAS CASTOR " -- " DONDE RESIDE LA DEMOCRACIA ? "

42 DONDE ESTÁ LA DEMOCRACIA?.




No era necesario tratar de impedir por todos los medios una consulta en Cataluña sobre la opinión pública al respecto de la independencia. Nada mejor para conocer qué piensa la población sobre un asunto histórico y que ha sido para muchas personas una razón de lucha incansable. Bien podría el Gobierno de España haber establecido los parámetros para garantizar que todos tuvieran voz, que se hiciera una consulta con todas las garantías, acordando incluso que no fuera vinculante, pero sí una herramienta de conocimiento de una realidad social; podrían haber hablado de tantas cuestiones importantes…. Y como quiera que el Partido Popular está preocupado en envolverse (y envolverlo todo, dicho sea de paso) con la bandera de España, el PSOE bien podría haberle echado el freno a esta situación tan lamentable. 
Podría el PSOE haber puesto pie en pared, hacer de oposición, y de paso, de partido de Izquierdas (porque lo dice continuamente, vaya). Y así, plantearle al Gobierno de España que, o garantizaba una consulta pacífica, con todas las garantías, para poder escuchar a una sociedad catalana desatendida en muchas cuestiones durante los últimos años, o se plantearía una moción de censura. No era descabellado ya a mediados de septiembre el hecho de pensar que el Partido Popular arrasaría con todo lo que pudiera, con todo lo que sonase a rumba catalana. Ya entonces Pedro Sánchez recibió mensajes explícitos avisándole de lo que sucedería si no se apartaba de los Populares. Se lo dijeron muchas voces. Prefirió callarse, quedarse a un lado, mientras en las reuniones que mantenía su partido con miembros del Gobierno les convencían de que nada pasaría el 1 de octubre en Barcelona. Aclaro: cuando le decían a los socialistas que “nada ocurriría” se referían a que no habría urnas, ni votos ni nada de nada. Sin embargo hubo. Hubo mucho. Muchos palos, mucha violencia, mucho dolor. Y mucha dignidad, mucho valor, y mucha cultura democrática por parte del pueblo que quiso expresarse. Porque recuerdo que, a pesar de no haber garantías para poder considerar esa votación como fotografía de una opinión masiva, hubo votos (los menos) que dijeron que NO. Y a esa gente también le partieron la cara. Los palos fueron contra quienes simplemente querían decir lo que pensaban. Y eso es un motivo suficiente para plantearle al Gobierno de Rajoy una moción de censura en toda regla. 
Por si fuera poco, la agresividad verbal, informativa, y por cualquier medio posible del Gobierno de España ha ido en aumento. Se ha mentido, difamado, humillado a muchísima gente. No solamente a la población catalana, sino también a quienes leemos los periódicos españoles, consumimos televisión y radio. Hemos visto la cantidad de mentiras que se han publicado y ante las que la gran mayoría no ha podido reaccionar, pues muchos ni siquiera saben por estas tierras que, por ejemplo, “los Jordis” subieron a aquél coche de la Guardia Civil habiendo pedido permiso previamente a los agentes. Aquí muy pocos saben que, subidos a ese coche, megáfono en mano, pidieron a todo el mundo que se comportase con calma, de manera pacífica, que dejasen trabajar a la justicia en sus investigaciones, a los policías, y que se marchasen a casa sin organizar ningún tipo de altercado. Sí, esos a los que aquí se vio subidos a un coche lleno de pegatinas, cuando nos querían dar a entender que eran unos violentos que estaban en realidad jaleando a las masas para que robasen armas del vehículo y demás barbaridades, estaban haciendo todo lo contrario.

Dicho sea de paso, se supone que estuvieron movilizando a las masas para organizar concentraciones tumultuarias, donde entre otras cosas, se robaron armas de un coche de policía. Eso se ha estado diciendo por aquí hasta la saciedad. Y no ha habido una sola prueba de tales afirmaciones. De hecho, a ningún policía le faltó ningún arma al final del día. Ni un sólo atestado policial se redactó en aquélla manifestación. Nada. Tuvo que pedirle el Fiscal General, que a su vez la juez Lamela ordenase redactar atestados para poderlos incorporar en la querella contra los Jordis. ¿Usted sabía esto?. Pues empiece a dudar de muchas de las cosas que nos están contando.
No era necesario encarcelar a “los Jordis“.
No era necesario encarcelar a ningún político. Ni esposarle al detenerle. Ni humillar a nadie. Ni insultar a ninguna persona. No era necesario pero aquí mucha gente, muchos políticos, muchos periodistas, lo están haciendo de manera frecuente. Como justifican cualquier cuestión sin valorar las voces más sabias sobre estos asuntos. No es necesario generar más confusión ni ruido. ¿O sí lo es? 
Si España quiere presumir de democracia debería, lo primero, plantear qué imagen da. Cómo se comportan sus principales dirigentes políticos. Plantearse que las faltas de respeto, las agresiones verbales contra quienes piensan diferente a ellos, suponen una merma democrática importante. La población, quizás podría plantearse lo que significa andar colgando banderas de los balcones porque así lo está pidiendo un Gobierno (a través de sus voceros) señalado por corrupción, donde al frente se sitúa el partido más corrupto de toda Europa. 
Ya llegan voces “externas” que no tienen cortapisas en decirle a Rajoy que su comportamiento es “como el de un franquista autoritario” (ex primer ministro Belga); o que está yendo demasiado lejos (Viceprimer ministro Belga y Ministro de Interior); o que se están violando los Derechos Fundamentales consagrados en la Carta Europea (Varoufakis junto a cien firmas de reconocido prestigio internacional). Son ya muchas las voces que le piden a la Unión Europea que intervenga. Que tome cartas en el asunto. Y lo dicen desde la perspectiva de considerar que Rajoy y los suyos están pisoteando la Democracia y los Derechos Humanos. Ni siquiera porque se planteen defender una posición independentista; no. Se habla de democracia. Sin más.
Y de eso hablamos muchos. Que no somos independentistas pero que entendemos que defender el independentismo o cualquier otra cuestión que interese a la población (comprensible cuando tenemos un sistema territorial que puede dar lugar a plantearlo), de manera pacífica y constructiva, debe tener respeto y garantías de ser planteado en un marco y contexto donde nadie pueda temer por plantear sus ideas. Y eso debe estar garantizado por el Estado. 

Dejemos de hablar de “constitucionalistas” para hablar de “Demócratas”. Es momento de quitar las caretas. 

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